En este aspecto la sangre representaría la condición vital, por lo que el vampiro la ansía para sobrevivir en la muerte, convirtiéndose en parásito que se alimenta de aquellos que la poseen. Al mismo tiempo, simboliza la unión, como en el pasaje en el que Drácula hace beber a Mina su propia sangre, vinculándola así a él y a su mundo.
“Eres ahora carne de mi carne, sangre de mi sangre, familia de mi familia…" (1)
Finalmente, el erotismo es una de las características más destacadas por la crítica en la obra, si lo entendemos como N. Z. Subirats, relacionándose directamente con los conceptos de muerte y sangre citados anteriormente:
Pérez-Reverte, por su lado, enumera de la siguiente manera tres aspectos que describen a la perfección el carácter erótico de la obra: una seducción irresistible por parte del vampiro, la idea de los pies desnudos y por último, el morbo del abuso sexual.
“ […] como un impulso que participa de la pulsión de entrega, es decir el deseo de salir fuera de uno mismo para fundirse con el amado, deseo de morir para vivir en el otro.” (2)
“…las dos amigas atrapadas por una atracción fatal, la desnudez fetichista de sus pies - ¡cómo insiste en eso el autor! – cuando se entregan al terrible seductor, la violación – vampirización de Lucy…” (3)
(2) ZANQUÍN SUBIRATS, Noel: Drácula. Apéndice. Tus Libros, pág. 393
(3) A. PÉREZ-REVERTE. Ob. Cit.
(4) SANCHEZ VERDEJO PEREZ, Francisco Javier: Terror y placer hacia una (re)construcción cultural del mito del vampiro. Tesis Doctoral. Universidad Castilla la Mancha. Facultad de Letras. 2003.
Del mismo modo, según Francisco Javier Sanchez Verdejo en su tesis doctoral (4), la novela gótica convertía a la mujer en un ser potencialmente sexual, de deseo y al mismo tiempo, en el ser más poderoso y destructor. Es por ello que a F. J. Sanchez no le sorprende la creación de la figura femenina del vampiro, utilizada en varias ocasiones a lo largo de esta obra.
(1) B. STOKER: Drácula. Editorial Libresa. 2003. pág. 363
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